Antes de las 22.00 se conoció la triste noticia que impactó a toda la localidad y todo el ambiente del fútbol argentino por el deceso de un icono del deporte argentino y de la selección porque sin lugar a dudas nos abandonó uno de nosotros, alguien con quien te podías cruzar en cualquier esquina del pueblo y ponerte a hablar sobre la pelota y todo lo que lo rodeaba, cosa que le seguía apasionando después de abandonar la actividad.
Nació el 10 de Noviembre de 1956 y hasta los trece años vivió gran parte de su vida en el hogar “Virgencita del Pilar”, lugar que según el propio Tata lo marcó para siempre y allí entre otras cosas también aprendió a contactarse con el balón. Una relación que fue clave para el desarrollo de su vida.
Su adolescencia se formó de cientos de kilómetros recorridos y de minutos a la vera de la ruta haciendo dedo para ir a entrenarse a Estudiantes, su otro lugar en el mundo. Su esfuerzo valió la pena y le dio una rápida recompensa porque ya a los 18 años se calzó la camiseta pincharrata el 16 de febrero de 1975 contra River de la mano de Carlos Salvador Bilardo, uno de los maestros que le dio el fútbol y cuya sociedad fue clave para que Estudiantes lograra el Nacional del años 83 ante Independiente sin contar los 301 partidos y 11 tantos con el club platense. Dos años más tarde pudo vestir los colores azul y oro de Boca Juniors, después de tener una experiencia en Atlético Nacional de Colombia y más allá de haber quedado libre de Deportivo Español tres meses antes del mundial de 1986, la ciudad de México DF le otorgaría el pasaje a la gloria.
Cuando la opinión pública y los medios especializados gastaban espacios siderales en criticar a una selección que tuvo un camino lleno de dudas y obstáculos para clasificar a la copa del mundo , el doctor Bilardo formó más que un equipo, un grupo de hombres con un objetivo bien claro: “ser los primeros en llegar y los últimos en irse”. De ese frase, se desprende la concentración en el Club América con condiciones que un jugador de la actualidad de las grandes ligas difícilmente aceptaría. Y aunque una situación personal de Daniel Passarella significó el ingreso al equipo del Tata, el ranchero no desaprovecharía la oportunidad.
Pumpido, Brown, Cucciuffo, Olarticoechea, Ruggeri, Giusti, Batista, Maradona, Enrique, Burruchaga y Valdano vienen siempre a la memoria de cualquier futbolero cuando se acuerda del junio de 1986 que termino con la Copa del Mundo en los brazos de ese equipo que le dio enormes alegrías a una sociedad golpeada por varios factores (la guerra de Malvinas, el reciente Golpe Militar, entre otros) y que dejó una imagen marcada en el inconsciente argentino gracias a José Luis. No solo por el primer gol de cabeza para el “hombre del pueblo con el nombre más humilde, Ranchos” (Víctor Hugo Morales dixit) sino por un detalle que marcaría a fuego su entrega por la camiseta albiceleste. “Tenía un dolor insoportable. Lo primero que le dije al doctor Madero fue 'ni se te ocurra sacarme, no salgo ni muerto'. Me mordí la camiseta, le hice dos agujeros para meter los dedos y finalizar así. Un golpe fortísimo en uno de sus brazos no lo iba a marginar de la final contra uno de los mejores equipos a nivel mundial y generaría que la numero 5 con el agujero en el centro se convierta en uno de los símbolos mas importantes de nuestro fútbol argentino.
Su carrera lo llevaría a Francia (Brest) y España (Murcia) para finalizar su tránsito por el profesionalismo en Racing en 1990. Pero el nunca dejó el fútbol. Sus historias, consejos, anécdotas y vivencias se escucharon por los equipos donde dirigió (Los Andes, Almagro, Ferro entre otros en el país junto con la selección sub17 y siendo ayudante del checho Batista en la Mayor) pero sobre todo por el Country de City Bell donde la filosofía de Estudiantes encontraba personificado a un ejemplo claro.
Cualquiera que lea estas líneas podría aseverar que nunca se olvidó de sus orígenes, de su familia y del “Hogar”. Cada radio, programa de televisión o medio gráfico que quería obtener su testimonio encontraba el recuerdo para esos lugares donde vivió su infancia y que siempre eran visitados en el marco de sus posibilidades, siendo un embajador de su amado Ranchos.
Los últimos años, le presentaron un muy difícil partido. Desde hace un tiempo, algunos hechos fueron evidenciando una desmejora en su salud que lo obligaron a ser internado en la ciudad de La Plata desde Diciembre de 2018. Hoy Lunes 12 de Agosto de 2019, el “Tata” pasó a ser inmortal. Su valentía, esfuerzo y amor al juego serán el mejor legado para cualquier persona ligada al fútbol y para todos los vecinos que siempre lo veíamos caminar por nuestras calles.
Ahora solo te queda ir al cielo de los más grandes a jugar, pero siempre con esa garra y corazón bien tuyos.
Adiós Tata, ya te estamos extrañando.
Conductor y periodista deportivo
0 Comentarios